Todo aquel que sea un fanático de la geo-política y la geo-estrategia, conocerá este gran juego. Para el que no lo conozca, debería estar instalándose este juego ahora mismo (o el IV si su ordenador carbura bien)
Hoy
os vengo a comentar una de las acciones más difíciles y divertidas de llevar a
cabo en el juego, y es la creación del Sacro Imperio Romano Germano. En la vida
real, el Sacro Imperio fue una federación de estados compuesto de muchos
principados, reinos, ducados, arzobispados y demás donde 7 de sus más de 40
miembros elegían al emperador. En el juego es más o menos lo mismo, solo que aquí
podemos unificar el imperio con poder efectivo y convertirnos en una grandísima
potencia
Reinos propicios para la unificación
Aunque
en principio cualquier miembro del Sacro Imperio puede ser emperador, hay
algunos que son mucho más poderosos y nos facilitaran la tarea. Os pondré, bajo
mi punto de vista, de mejor a peor cuales deberíais elegir:
-Bohemia:
Es la joya de la corona. Comienzas siendo el emperador, cuentas con un buen número
de tropas y regiones ricas. Aparte está bien situado, ya que, si exceptuamos a
Austria, no tiene ningún rival realmente peligroso
-Austria:
Es el segundo reino más peligroso. Tiene una situación muy parecida a la de
Bohemia y no le costara ser emperador si
la otra de debilita
-Borgoña:
Para mi seria la potencia más poderosa si no fuese porque tiene a Francia al
lado. Es muy complicado centrarte en el tema imperial si cada dos por tres
tiene a toda Francia pinchándote la espalda
-Baviera:
Un gran reto dentro de las grandes. Tendrá grandes problemas para expandirse
dentro del Imperio y tendrá cerca a Austria y a Bohemia, por lo que su
esperanza de vida tiende a 0 si intenta ir por las malas
Objetivos a cumplir
El
primer objetivo siempre será conseguir la elección en caso de que no seamos el
emperador y la reelección si ya lo somos. La verdad que conseguirlo no es muy complicado,
ya que nos vale con hacer vasallos a todos (o al menos a 4) los electores. Con
ello nos aseguramos que en las votaciones tendremos los votos suficientes para convertirnos
en emperador. Vigila también tu legitimidad, infamia y prestigio y todo irá
bien
Haz
muchos, muchos vasallos. Si consigues que todos los pequeños principados sean
vasallos y aliados, ganaras por paliza todas las guerras. Tú simplemente encárgate
con tu ejército de los ejércitos grandes del enemigo y deja que tus vasallos se
hagan con los territorios. Son muy eficientes en esta tarea y los conquistaran
en tu nombre
Una
vez seas emperador y tengas muchos vasallos, tendrás que asegurar tu puesto
dentro del imperio, por lo que tendrás que soplar los morros a Bohemia, Austria
y/o a Borgoña (dependiendo de quién seas tú) Debilitarlos tiene que ser una
prioridad
Tienes
que tener muy presente que bajo ningún concepto debes expandirte fuera de los límites
del imperio (a no ser que tengas un núcleo en la provincia de otro país) Por
cada territorio que controles que no sea del imperio, se aumentara tu infamia y
solo podrás quitarte esta penalización integrando dicho territorio al imperio,
pero necesitas un núcleo, por lo que te comerás 50 años de infamia que acabara
por condenarte (NOTA: Si puedes soltar esos territorios creando vasallos mejor).
Así mismo, anexionarte principados imperiales está mal visto, asi que mejor
avasalla y quita territorios pero no te los anexiones.
Ahora
llega la parte importante: Hay que ganar puntos imperiales. Se ganan de muchas
maneras y variadas maneras, pero todas se resumen en ayudar al imperio. Luego,
cada 50 puntos, te dejaran hacer una reforma en el imperio. Algunas son muy
beneficiosas y otras perjudiciales, pero has de pasar por todas para llegar a
la última, que es la unificación.
Las
maneras más eficientes de ganar puntos:
-Responde
a la llamada de los miembros imperiales. Ganar una guerra iniciada desde el
exterior son 10 puntos muy valiosos y te da muchos puntos con las regiones
imperiales
-Haz
reaparecer príncipes anexionados por naciones no imperiales y no imperiales. Un
gran truco que puedes hacer (cuando el imperio es hereditario preferiblemente)
es avasallar un principado y darle alianza y matrimonio. En 10 años podrás anexionártelo
y luego podrás liberarlo, con lo que te llevas 10 puntos cada vez que hagas
esto
-Una
vez tengas muchos vasallos, busca ser excomulgado. Esto hará que el resto de países
te ataque sí, pero desde fuera, por lo que todo el poder del imperio caerá
sobre ellos y tu ganaras de nuevo 10 puntos por guerra.
-Las
primeras reformas son muy interesantes y te darán bonificaciones muy valiosas, así
que nada más reunir 50 puntos hazlas. Las del final dan muchas penalizaciones, sobre
todo a la infamia, por lo que quizás sea prudente realizar dos reformas a la
vez (100 puntos)
Con
esto, podrás unificar al Imperio en no mucho tiempo y sabrás lo que es el
poder: Muchísimos ingresos (y mas pasado los 50 años de la unificación, ya que
se crean núcleos donde no los tenías), ejércitos enormes, tecnología puntera y demás.
Ninguna nación podrá hacerte frente, solo molestar (España y UK, porque Francia
se habrá metido contigo en tu etapa de emperador y entre tú y tus vasallos la habréis
desmembrado) o caer de rodillas irremediablemente (todo el este con tecnología pobres
y atrasada no tendrá oportunidad)
Buenas. Unificar el Imperio arruinó una magnífica campaña que llevaba con Holanda en el EUIII Heir to the Throne.
ResponderEliminarHabía conquistado Antwerpen, Flandes, Limburg y Brabant si mal no recuerdo, acabando con Borgoña como potencia en el proceso y tras un par de guerras contra Francia para ponerla en su sitio (aunque no demasiado, ya que si no Inglaterra se aprovecha de su debilidad) mi prestigio estaba por las nubes. Me eligieron emperador sin buscarlo siquiera.
Mi estrategia hasta el momento había sido enfocar en el comercio y en la exploración, y al ser emperador comencé a meterme en embolados que ni me iban ni venían, solo por proteger mi prestigio que me hacía ser la gran potencia comercial.
Junté autoridad y en un único reinado (unos 40 años) llegué hasta "revocar los privilegios". Fue bastante bien, únicamente Nápoles (al que había incorporado previamente mediante diplomacia), la Hansa y Delfinado se opusieron si mal no recuerdo.
Por esta época (sobre 1485) decidí atacar a Los Otomanos que estaban debilitados después de varios años en guerra contra Austria y Génova. La guerra fue muy bien; liberé a Bizancio, Epiro, Karaman, Dulkadir, y algunos estados eslavos menores, ya que la Horda de Oro también estaba en el ajo.
Suecia decidió atacar a Holstein y esta guerra sí fue muy dura, ya que Holstein solo era aliado y no vasallo, por lo que no intervino el resto del Imperio. No tenía flota (craso error) y las pasé canutas hasta poder cruzar los estrechos de Dinamarca.
Finalmente, tras 15 años en guerra constante, totalmente al revés de lo que había planificado en mi campaña, estaba en paz, con el hastío bélico por las nubes. En ese momento, no se me ocurrió mejor cosa que unificar el Imperio. Parecía que funcionaba; iba liberando a los estados con culturas no germánicas y no aceptadas (franceses, básicamente), pero esto me reducía el prestigio. Comenzaron a aparecer ejércitos rebeldes por doquier, con una calidad extraordinaria (tuve que contratar un consejero que subía la disciplina y adoptar la idea nacional de Instrucción Militar), pero el caos ya era absoluto.
No pude elegir peor el momento para la unificación, además de que mi ejército (unos 40000 hombres) no estaba preparado para mantener cuantitativa ni cualitativamente la integridad. Pero lo peor para mí era que ni siquiera conseguía mantener mercaderes en mis propios centros, debido a lo que estaba cayendo mi prestigio debido a las derrotas, asedios, liberación de vasallos...un desastre.
Una gran historia. La verdad que yo no he tenia nunca problemas con el SIR al unificarlo, claro que normalmente o hago con potencias militarmente fuertes y las revueltas eran sofocadas facilmente. De todas formas, son cosas que pasan en estos juegos, que la aleatoriedad juega un papel importante y hace que todo cambie.
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